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HISTORIA DE APICULTURA

HISTORIA DE LA APICULTURA

 

Hasta el siglo XVI sólo se encontraban en el Viejo Mundo, donde se habían desarrollado, y estaban distribuidas al azar, mucho tiempo antes de que aparecieran los seres humanos sobre la tierra. Los hombres primitivos aprendieron la forma de conseguir la miel, sacándola de los nidos ubicados en árboles huecos o grietas en las rocas. La caza de abejas todavía se lleva a cabo en varias partes del mundo y la miel aún hoy puede ser un alimento capaz de salvar la vida de gente primitiva en tiempos de escasez.

La apicultura en sí, comenzó cuando el hombre aprendió a proteger, cuidar y controlar el futuro de las colonias de abejas que encontró en árboles huecos o en otras partes. Gradualmente se llegó a usar colmenas separadas, sustituyendo la morada natural de las abejas; por razones de conveniencia y de seguridad se fueron reuniendo en apiarios. La construcción de las colmenas dependía de los materiales que se encontraban a mano en la zona, y de las habilidades de las diferentes comunidades. Es casi seguro que la colmena no tuvo un origen único: se fue imponiendo como un desarrollo inevitable en toda región poblada por abejas melíferas, a medida que el hombre fue progresando desde la caza y recolección de alimentos, a la producción de los mismos y comenzó su existencia con residencia fija. Es probable que en los grandes bosques de Europa, la primer colmena haya sido un árbol caído, en el cual las abejas silvestres formaron su nido. El tronco se separaría del resto del árbol, cortándolo con hacha, una técnica usada durante la Edad de Piedra.

 

También se hicieron colmenas con corcho y otros tipos de corteza de árbol y más adelante, con tablas gruesas cortadas de troncos de árboles. Los centros de cultura más antiguos se encontraban en el Medio Oriente, en zonas calurosas, secas y abiertas, sin forestación. Allí las primeras colmenas probablemente consistían en vasijas de barro, donde casualmente se acomodaban algunos enjambres. Estas vasijas de barro se fabricaron durante casi todo el período neolítico, posiblemente desde 5.000. A.C, en adelante y los jarros para agua todavía se utilizan como colmenas en algunos países del Mediterráneo. En Egipto y regiones circundantes se usaron colmenas de caños colocados en forma horizontal y apilados uno junto a otro. En algunas comunidades agrícolas se desarrollaron técnicas para fabricar recipientes de paja o de cerámica y estos canastos también se usaron para cobijar a las abejas. Estos cestos han cambiado poco en el transcurso de los años y los cestos de paja trenzada se hacen hoy día en la misma forma en que se fabricaban hacia el año 5.000 a.c. En realidad, la lezna de hueso, similar a la usada por el sestero mesolítico, se siguió empleando para la fabricación de colmenas de paja destinadas a abejas hasta esta década del 50 en Inglaterra. Más tarde, aparecieron canastos tejidos fabricados con diversos materiales como ser ramitas flexibles de avellano. En Egipto se han encontrado muestras hechas entre 3.000 y 2.000 A.C. Las colmenas de mimbre todavía persisten en algunas partes de Europa. Todas estas colmenas primitivas cumplieron ciertas funciones necesarias: protegían a las abejas y sus panales del viento, la lluvia y de los calores y fríos extremos; sus piqueras eran suficientemente chicas para ser defendidas por las abejas; existía además alguna otra abertura para uso del apicultor cuando quería sacar la miel y la cera, que constituían su cosecha. Las maderas, corteza de árbol y barro, eran resistentes a la intemperie de por sí y las colmenas de paja y mimbre estaban generalmente protegidas por un techo adición empastándolas frecuentemente con barro o estiércol. Las colmenas primitivas eran generalmente pequeñas, porque el apicultor quería estimularles a enjambrar para poblar así sus colmenas vacías. La apicultura primitiva apenas si consistía en proveer las colmenas y matar las abejas (por ejemplo sumergiendo la colmena en agua hirviendo) para conseguir miel y cera.

 

Antiguamente en Egipto se usó el humo para expulsar a las abejas de sus colmenas y en los tiempos de los antiguos romanos se solía alimentar a las abejas. En algún momento de la Edad Media, los apicultores inventaron una forma de protección para usarla cuando manejaban a sus colmenas. Hasta el siglo XVI –un siglo importante para la abeja melífera– el calendario del apicultor permaneció prácticamente inamovible; a principios del verano se solía cazar enjambres, que se colocaban en colmenas; a fines del verano el apicultor mataba las abejas en la mayoría de sus colmenas, recortaba los panales y colaba la miel, separándola de la cera; en otoño, si era necesario, les suministraba alimento a las colmenas restantes, a las que invernaba. Se usaba comúnmente azufre encendido para matar a las abejas. Poco se sabía de lo que pasaba dentro de la colmena. No se comprendía nada de lo referente al sexo de las abejas y se ignoraba que sus visitas a flores tenían algo que ver con la formación de semillas y frutos.